Cuando Pokemon Go inicia una historia de Amor

Cuando Pokemon Go inicia una historia de Amor

He aquí una historia que tiene tiene que tener como tema: El Amor y las palabras: sueño, Pokemon Go, extraterrestre, elevador de escápula, gases nobles.

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Se levantó con un dolor de espalda increíble, le dijeron que eso le iba a durar todavía un tiempo. Le dolía todo y no había dormido bien. El sueño todavía tardaría en irse. Lo que hace el “ser mayor”. Sonrió.

Todavía tenía en mente la velada del día anterior.

Después de un día disparatado cazando esos bichos electrónicos con la aplicación Pokémon Go ya estaban a punto para irse cuando les avisaron que en el parque cerca de donde estaba había aparecido uno de esos raros que todo el mundo busca.

Decidieron de manera democrática y por mayoría absoluta ir disparados de caza.

Al poco de llegar se dieron cuenta de la mala idea que había sido. Ellos jugaban con la excusa de dar una vuelta entre amigos y conocer zonas de la ciudad, que les había visto nacer, que por el día a día no habían visitado nunca. Los que estaban ahí, esos estaban por el pokémon raro, como si se tratase de la caza de un extraterrestre recién llegado. Los empujones, las mini-avalanchas se sucedieron hasta que llegó al lugar donde su móvil vibró. Ahí estaba. Sus amigos miraron su pantalla. Le quedaban tres pokeballs. No se la jugó, lanzó una frambuesa. Y una segunda. Luego lanzó la primera… y lo consiguió, ahí estaba su bola, con el circulito gris, aprisionando a su nuevo pokémon.

Lo había conseguido y, sus amigos no. Con la victoria, la avalancha les cogió desprevenido.

Acarició el suelo con la cara. Notó un pie rozar su espalada.

Sus amigos fueron al rescate y no supo muy bien cómo, pero se encontró en el coche dirección al hospital.

Tras una larga espera, donde sus amigos, más frikies de lo que pensaba, cazaban los pokémons que había en la sala de espera, una simpática enfermera vino a buscarle para hacerle unas pruebas. Tras ver al traumatólogo de guardia, una resonancia magnética y una placa, salió con el hombro vendado y tres puntos en la frente.

El músculo elevador de la escápula lo tenía desgarrado. Nada grave si no es que tenía que tener cuidado con ese brazo. Tenía también que vigilar los mareos por si en la cabeza había algo más grave que la pequeña brecha.

El día hubiese podido terminar así, con unos pokémons cazados y una visita al hospital. Pero la velada fue un poco diferente. La enfermera le había acompañado en todo momento y al llevarle a la resonancia, el empezó a hablarle de los gases nobles. El porqué, el golpe en la cabeza, seguro. Pero el tema enganchó y empezaron a comentar en cómo, algo como los “gases nobles”, dejando los malos juegos de palabras a un lado, ayudaban a la medicina. El helio por ejemplo, utilizado como superconductor en los aparatos de resonancia magnética y que decir del Neon, utilizado en fisioterapia.

Así como quien dice, tras las diferentes pruebas, le pidió el teléfono a la que le parecía cada vez más guapa e interesante enfermera. Ella se sorprendió, aunque más él, soltero empedernido, cuando se lo dio.

El sabía que la caza de los pokémons se había transformado en algo más. Le había cazado el corazón una bella e increíble enfermera. Sabía que hoy era el primer día, el primer acto, de una bonita historia de Amor en la que él sería uno de los protagonistas principales.

Sonrió y se acarició el omóplato

 

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Gases Nobles y medicina. Pequeño video >>
Músculo elevador de la escápula en la wikipedia >>

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