La calma, el vacío.
Tan sólo el ritmo del corazón al compás del uno, dos, tres.
Una bocanada de aire llena unos pulmones quemados de aguantar vacíos el esfuerzo.
Uno, Dos, Tres.
El compás que nunca hay que perder.
El ritmo avanzado de un nadador novato.
UnoDosTres.
La respiración empujada por el esfuerzo se vuelve irregular y la cabeza quiere salir no sabe si para soltar el aire que tiene almacenado o para llenar lo que no puede ser.
Uno,
Respirar, toda la dificultad está ahí, el compás. Como si de un baile se tratara las piernas y los brazos deben de moverse al ritmo de una respiración medida, calculada.
Uno, Dos, Tres.
El ritmo vuelve.
Aspirar el aire en el momento justo, en ese momento Tres, en ese único intervalo en el que el brazo al plegarse para avanzar al frente; como quilla de un barco abriendo las aguas en las que flota su dueño, forma un espacio con el sobaco en el que la boca, remplazando a la nariz, roba esa bocanada de aire que permite seguir con el esfuerzo.
Uno, Dos, Tres.
Aspirar girando la cabeza hacia el segundo sobaco para guardar esa simetría calculada por los expertos.
Uno, DoooosTres.
Las ideas olvidadas vuelven a la cabeza aprovechando ese momento en el que la mente se concentró en más en el movimiento regular de las piernas que en la respiración.
Mantener la mente en blanco y solo concentrarse en la respiración.
La mano toca el borde.
Una piscina hecha.
El giro poco profesional consiste tal solo dar la vuelta al cuerpo, Nada de giro al puro estilo olímpico.
Un poco de trampa, empujando con los pies en las baldosas, empezar de nuevo.
Uno, Dos, Tres.
Máxima concentración.
Uno, Dos, Tres, Cuatro, Cinco.
Ya estamos, descoordinación de la respiración, no desconcentrarse
…, ¿Dos?, Tres.
Respirar, cuadra la respiración con el brazo en movimiento.
El ritmo vuelve.
Uno, Dos, Tres.
Se acabó la piscina. Menos mal que es de las pequeñas.
Venga, ya solo quedan cuatro más antes del siguiente ejercicio.
Y pensar que esto es sólo el calentamiento.
Mal empezamos hoy.