Tenía la cabeza que le iba a estallar … no podía más.
Le venían todas las ideas a la vez y no podía pararlas. Estaba al límite. No podía más.
Intentó pensar en una hoja en blanco y de ahí centrarse en su respiración.
Uno, dos, tres, respirar.
No parar de centrarse en la respiración.
Las voces, las ideas iban disminuyendo. El dolor de cabeza iba desapareciendo.
Uno, dos, tres, respirar.
No parar de centrarse en la respiración.
Ya estaba listo para empezar a dejar entrar las ideas.
Volvieron todas de golpe. No, no estaba listo.
Volver a empezar.
Uno, dos, tres, respirar.
No parar de centrarse en la respiración.
El silencio volvió a hacerse en su mente. A pesar de saber que tenía los ojos abiertos, lo veía todo en blanco. Sólo veía la hoja en blanco.
Uno, dos, tres, respirar.
No parar de centrarse en la respiración.
Esta vez empezó se imaginó una fila de cajas y a cada caja le asignó una idea, un pensamiento. Bueno, se centraba en imaginárselo así. Eso lo hacía cuando se encontraba en una situación de máximo stress.
Luego empezaba a ordenar las ideas mentalmente en urgentes, importantes, gustosas, recurrentes y a venir.
Esta vez no quería ponerse con las urgentes. Le daban miedo. Tenía que tomar varias decisiones importantes y no tenía la cabeza preparada para reflexionar sobre ellas.
Las importantes, no, esas ahora tampoco, para tomarlas necesitaba respuestas de terceros y no las tenía. ¿Llamarles? No podía. De hecho, no estaba ni seguro que las respuestas le llegaran en algún momento porque no estaba seguro que las personas que tenían que informarle supieran que decirle.
Las gustosas, ahora no tenía ninguna tarea que le fuera “gustosa”. No tenía. Si, ideas de cosas que preferiría hacer antes que estar ahí, sentado, pensando.
Uno, dos, tres, respirar.
No parar de centrarse en la respiración.
Las recurrentes. No tenía tareas recurrentes. Ya no tenía. Las había acabado hacía tiempo.
A venir.
Sonrió para sí.
Si no tomaba las decisiones correctas puede que no hubiese porvenir.
Uno, dos, tres, respirar.
No parar de centrarse en la respiración.
Nunca imaginó aceptado el empleo que iba a tener que tomar tal decisión.
Uno, dos, tres, respirar.
No parar de centrarse en la respiración.
Volvió a las cajas, volvió a repasar las ideas, el stress empezó a rebajarse.
Uno, dos, tres, respirar.
No parar de centrarse en la respiración.
De todas formas, si se equivocaba ya nadie se lo podría echar en cara. Sería el fin.
Si acertaba, sobrevivirían y sería un héroe.
Uno, dos, tres, respirar.
No parar de centrarse en la respiración.
Era hora de tomar una decisión.
Uno, dos, tres, respirar.
No parar de centrarse en la respiración.
Puso las manos sobre el teclado y mecánicamente introdujo su clave: “nuncaolvidesT2morim0s”
Llevó la mano izquierda al ratón. Llevó la flechita hacia el panel de control.
Uno, dos, tres, respirar.
No parar de centrarse en la respiración.
Uno, dos, tres, respirar.
No parar de centrarse en la respiración.
Uno, dos, tres, respirar.
No parar de centrarse en la respiración.
Abrir o Cerrar
Uno, dos, tres, respirar.
No parar de centrarse en la respiración.
Las alarmas empezaron a sonar. Ya sabía el que no tendría las respuestas para tomar la decisión.
Uno, dos, tres, respirar.
No parar de centrarse en la respiración.
Miró la foto que tenía bajo su pantalla.
Uno, dos, tres, respirar.
No parar de centrarse en la respiración.
Cerró los ojos, pulsó el botón y oyó el clic del ratón
Uno, dos, tres, respirar.
No parar de centrarse en la respiración.